martes, 6 de diciembre de 2016

El lado "EGOÍSTA" del Voluntariado.

                Los voluntarios son personas normales y corrientes, como los demás, con sus virtudes y sus defectos. Estos días, coincidiendo con el "Día Internacional del Voluntariado",  no paramos de oír y leer elogios sobre los voluntarios, quizás muy merecidos en la mayoría de los casos.
                Pero queremos poner un contrapunto a todo esto, escribiendo sobre una parte menos difundida del voluntariado y el mundo que le rodea, su lado egoísta.
             Dicen que el Voluntariado, tiene como finalidad ayudar a los demás sin esperar nada a cambio. Pero todo voluntario, tiene en el fondo, un interés al realizar su labor de voluntariado.
                Desde que una persona decide hacerse voluntario y el motivo que la impulsa, se pueden observar una serie de características que resaltan este lado poco difundido del voluntariado.
                El lado egoísta del voluntariado, no tiene porqué tener connotaciones negativas, sino todo lo contrario. Hacer voluntariado, nos hace sentirnos bien con nosotros mismos, llenarnos de orgullo por la labor que realizamos, incluso nos puede llegar a  sentirnos felices y realizados con nuestro modo de vida. ¿Acaso, eso no tiene tintes de egoísmo?
                Haciendo voluntariado, relativizas tus problemas, al ver que los problemas de los demás, son mucho más graves que los tuyos. Eso hace, que empieces a dar importancia en tu vida a las cosas que son realmente importantes.
                El voluntario, dicen que "recibe mucho más de lo que da", recibe cariño, amor, experiencia, formación, valores, etc. Este desequilibrio entre lo que das y lo que recibes, ¿No es otra forma de ser egoísta?
                Ese tipo de egoísmo que aparece intrínseco, en las personas que realizan voluntariado no es nada negativo, pues te hace ser mejor persona.  Pero existe un peligro en todo esto y que por desgracia cada día se observa más en algunas personas voluntarias.

                El peligro del egoísmo en el voluntariado, sucede cuando el voluntario, empieza a creer que es mejor que los demás por todo lo que hace. Que está un peldaño por encima de las personas a quienes está ayudando. Si va buscando ser protagonista y el reconocimiento público por la labor que realiza.
                Este tipo de voluntariado egoísta, cuando no encuentra lo que busca y no recibe lo que espera, suele desaparecer, abandona  su labor de la noche a la mañana, a veces, sin avisar. Con el consecuente daño colateral y perjuicio que produce en las personas o colectivos a los que ayudaba y en la entidad donde prestaba su labor, ya que a veces no existen suficientes recursos para cubrir de forma inmediata el hueco que deja el voluntario que se ha ido.
                Cuando lo anteriormente descrito, sucede, el voluntariado deja de tener sentido y se convierte en egoísmo, en el peor de sus aspectos, pues antepone su propio interés, no importándole a quien pueda hacer daño.

                 Para evitar que esto suceda, nunca podemos olvidar, que al hacer voluntariado, el que está al otro lado, a quien estás ayudando, está situado al mismo nivel que estás tú. No es diferente a ti, ni mejor, ni peor. 
                 Y también, has de tener siempre presente, que mañana puedes ser tú, quien necesite recibir ayuda.